¿Cómo definirías el ambiente que se vive en la escuela durante la etapa de la secundaria?
El ambiente en el colegio, al igual que la educación, formaba parte de la diferencia. Desde que cambiabas de puerta se demostraba que era un lugar ordenado y que existía un elemento de soporte. No era una escuela fría o de estricta rigidez, sino todo lo contrario, había un componente que era la disciplina y otro que era la compañía.
En la secundaria te relacionabas con muchos grupos diferentes, pero hay algo que me gustaba de este colegio: que se animaba mucho el respeto en el grupo. No importaba que fueras más tímido o más extrovertido, o que destacaras en los estudios y en deporte o en arte... siempre había un espacio para ti. Las fiestas, la celebración, incluso las clases grupales ayudaban a mantener el grupo y a integrarse.
Desde los recreos se percibía mucho de esa no sé qué de alegría, de libertad. Siempre se veían grupos platicando, niños jugando fútbol en la cancha, niños compartiendo lunch, niños paseando por los pasillos. Los prefectos y los maestros estaban cerca; no es que se sintiera la vigilancia asfixiante, sino que era más bien una presencia de acompañamiento. Por otra parte, también era muy importante para eso la formación lasallista, con la visión constante en el respeto, en la empatía, en la fe y en el servicio, en fin, esos valores no estaban sólo en los carteles del colegio; era en las acciones diarias: desde cómo nos hablábamos entre los compañeros hasta cómo los grandes cuidaban a los pequeños.
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